
«La noche tiene garras», veinte cuentos bajo el manto de la oscuridad
Por Vanessa García Leyva
Lovecraft, el maestro del horror, decía que “la emoción más antigua y más intensa de la humanidad es el miedo, y el más antiguo y más intenso de los miedos —aseguraba el escritor norteamericano—, es el miedo a lo desconocido”, yo añadiría, a que lo improbable se vuelva realidad tangible.
Esta afirmación de Lovecraft se ve totalmente confirmada en todos y cada uno de los cuentos que componen el libro de Alejandro Juárez, nuestro querido autor nos ofrece una cadena de verdaderos horrores que sin duda helarían la sangre del más valiente.
El título del libro es La noche tiene garras y no encuentro mejor nombre para arropar a los veinte relatos presentados bajo este manto de oscuridad, el autor sabe perfectamente que no hay mejor espacio que el de la noche para que el mal surja, es el momento perfecto para que se abran esos extraños portales a esas dimensiones perversas y retorcidas que nos regalan sus historias.
Y como no hay cosa peor para un lector que le spoileen las historias, haré sólo referencias generales al libro sin revelar los títulos de los cuentos aludidos, confiando en generar la suficiente curiosidad a quienes aún no lo leen.
Alejandro Juárez conoce muy bien a los principales personajes que han protagonizado desde hace décadas (y siglos) a la literatura de terror, los conoce tan bien que los ha invitado a habitar las páginas de su libro. Así las cosas, el lector encontrará los clásicos fantasmas, personajes cuya presencia generalizada se ha fijado prácticamente en todas las sociedades del planeta. Leyendas, cuentos populares, rumores y folklore referidos a ellos, testimonian —directa o indirectamente— el interés que los seres humanos tenemos respecto de lo que sucede más allá de la muerte.
Las exploraciones sobre este tema en los cuentos del autor son variadas, algunas nos recuerdan a ese relato inaugural del género fantasmal que escribiera Plinio el Joven (61-112 D.C., Italia) en su Epístola a Licinio Sura, ahí narra el encuentro del filósofo Atenodoro con un fantasma atrapado en una finca de la antigua Grecia y cuya presencia clamaba a los moradores la reivindicación de su existencia. Claro que en los textos de La noche tiene garras el relato no se queda en lo clásico, sino que da más giros y piruetas que un acróbata de circo. Con esta técnica Alejandro Juárez descoloca totalmente a su lector con giros de tuerca que atienden a los mecanismos del horror contemporáneo y que van alejando de lo clásico que se nos ofrecía al inicio de la historia y que ingenuamente sus lectores creímos saber por dónde iban los tiros. Esto por supuesto acrecienta la experiencia lectora, sobre todo para los que nos gustan los sustos literarios.
Otros de los monstruos que habitan estas páginas son los doppelgangers o mejor conocidos como dobles fantásticos. Se trata de un monstruo que alude a la fragmentación del ser y pudiéramos definirlo como aquel que se ve así mismo, una de las grandes obras literarias sobre el tema es el Dr. Jekyll and Mr. Hyde, una novela del genial R.L. Stevenson donde nos topamos con un doppelganger, es decir, un hombre que tiene un doble malvado luchando por usurpar el lugar del “gemelo” bueno.
La noche tiene garras nos ofrece más de una historia con este tema del doppelganger. En algunas ocasiones el doble vendrá acompañado por ciertos mecanismos que lo harán presente como en un sueño, en los espejos, la sombra, o incluso en las transformaciones. El encuentro del yo con su doble conlleva en estos casos además una tensión metafísica, que va más allá de la mera crisis de identidad que pudiéramos pensar que está teniendo el protagonista; por el contrario, estamos más bien atestiguando una lucha de poderes milenaria, entre el bien y el mal, entre la oscuridad y la luz. Estas historias nos producen miedo porque, ¿qué más aterrador que la idea de ser nosotros nuestro propio enemigo?
No podía faltar en esta antología el vampiro y no podía ser de otra forma porque Alejandro Juárez es una de las personas que más sabe del tema. Las historias sobre estos seres nocturnos relucen ese conocimiento del autor, sabe perfectamente de qué hilos tirar para que los temibles protagonistas de la noche nos produzcan escalofríos con su sola presencia.
Los vampiros del libro son seres que han perdido su humanidad, y aunque por fuera son atractivos y seductores como el que más, su naturaleza es la de un monstruo depredador. En una de las historias Alejandro Juárez decide tener a un depredador femenino, atestiguamos la presencia de una mujer convertida en vampira, a la que poco a poco se le despoja de su lado amable y se nos va presentando a este ente que cuenta con las características de la mujer malvada, presentes en la historia literaria hasta este momento.
Resulta inevitable la asociación entre dos elementos tan seductores para el autor literario como lo son la belleza femenina y la muerte. El Eros y Tánatos. La no muerta de piel blanca, magnéticos ojos y cabellera salvaje que como indican los cánones: seduce, pervierte y, finalmente, mata a su víctima.
La vampira es promiscua, agresiva, activa y egoísta, características que chocan de pleno con la idea cristiana de la mujer ideal. Las comparaciones entre el estereotipo de la vampira y el vampiro muestran que las distintas formas en la ficción están basadas en una valoración todavía más negativa de la mujer vampiro, convirtiéndola en un monstruo incluso más temible que el mismísimo Drácula.
Si me preguntan a qué se parecen los cuentos de La noche tiene garras, tendría que decir sin duda que, en los relatos se puede ver una inspiración en autores clásicos, los maestros universales de la literatura de terror como Sheridan Le Fanu, Mary Shelley, Lovecraft o incluso Bram Stocker pero también en autores contemporáneos como Clive Barker, Thomas Ligotti y el japonés Koji Suzuki, estos tres últimos por las atmósferas sórdidas que le dan a las historias una ambientación propicia para que nosotros como lectores, tengamos la sensación que en la habitación en la que estamos leyendo el libro de Alejandro Juárez, no estamos solos.
La noche tiene garras nos presenta pues una serie de misterios perversos llenos de fantasmas, aparecidos, asesinatos de orden demoníaco, almas perdidas o animales salidos del mismísimo infierno al más puro estilo del Cthulhu de Lovecraft. El libro lo recomiendo ampliamente para lectores que gustan de estos monstruos, de la prosa extraña que mezcla lo maravilloso y lo terreno, la sacralidad y el terror poblado de seres que salen durante noches tormentosas.